miércoles, 27 de enero de 2010

Artículo de Manuel Vicent: "Astronomía" + Fotografía de Daniel López


De noche, al final del verano, en la terraza de un café a orillas del mar, un hombre y una mujer de mediana edad discuten de cosas domésticas. Por la violencia soterrada de las palabras, acompañada de crueles silencios, parece que la pareja está al borde de la ruptura. Bajo miles de millones de galaxias, que pueblan el universo infinito, la mujer le echa en cara al hombre, una vez más, que se olvide siempre de bajar la tapa del retrete.

En la mesa vecina un viejo le muestra a un niño la Vía Láctea, que se ve con toda claridad esa noche de luna nueva y luego con el dedo enumera con su nombre algunas constelaciones: Perseo, el Cisne, la Osa Mayor, la Casiopea. Los clientes del bar se enteran de otros problemas de la pareja: la mujer no cierra nunca el bote de champú y deja además pelos en el lavabo; en cambio él ronca como una foca y después de la ducha nunca cuelga la toalla mojada. Es la fase terminal de un amor.

Desde la terraza del bar se distinguen a simple vista algunos satélites de Júpiter formando un collar. Son Ganímedes, Io, Europa y Calisto, cuyo descubrimiento dio con el pellejo de Galileo en la mazmorra. Si todos los que han soñado con ir a Ganímedes hubieran realizado ese viaje, allí no se podría aparcar, dice el viejo.

En otra mesa una chica le propone a su amigo ir nadando mañana hasta el escollo de la Mona, un pequeño islote deshabitado, que está lleno de hinojo marino. Son muy jóvenes, recién salidos de la adolescencia y su pasión se halla en el primer grado de embriaguez. Les basta con mirarse intensamente a los ojos sin importarles nada las estrellas. Mientras la mano del chico sortea las copas del helado de chocolate para alcanzar tímidamente la mano de ella y con la yema del índice le acaricia las venas del dorso, como un camino entrecruzado que aún ignora adonde le va a llevar, la chica le dice que el hinojo marino hervido con vinagre es excelente para la ensalada, según le ha contado su madre.

Bajo las constelaciones en la terraza del bar un amor empieza y otro termina. El viejo le dice al niño que el planeta Júpiter es una estrella fallida, mil veces mayor que la Tierra. Su poderosa atracción absorbe toda la basura del sistema solar. También se lleva a Ganímedes los sueños de los amores perdidos.


Fotografía: Daniel López

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