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lunes, 5 de abril de 2010

Artículo de Rosa Montero: "El valor de lo sagrado"


El otro día vi por casualidad en televisión los diez últimos minutos de Kundun, la película que el gran Martin Scorsese hizo sobre el Dalai Lama en 1997. Creo recordar que, en su momento, el film recibió un vapuleo considerable de la crítica; esos minutos finales, los únicos que conozco de la cinta, me parecieron conmovedores. Tenían algo muy bello e hipnotizante y constituían una rareza cinematográfica. Recordaban más una oración, un poema visual a lo sagrado, que una película convencional. Tal vez todo un film así, si es que el resto es así, resulte excesivo, y de ahí las críticas. O tal vez Scorsese se enfrentara a un doble dogmatismo: por un lado, el de cierta izquierda maoísta, mucho más berroqueña hace diez años, que detesta al Dalai por su oposición a la invasora China; y, por otro, el de aquellos racionalistas tan extremados que no pueden soportar nada que tenga que ver con lo espiritual.

Yo no soy creyente. No me cabe un Dios en la cabeza, y mucho menos si pensamos en dioses antropomórficos. La verdad, no soy capaz de aceptar intelectualmente algo así: lo veo como creer en las hadas. Además la historia demuestra que los jerarcas de las diversas religiones suelen abusar de su poder y cometer todo tipo de tropelías; desde ese punto de vista soy bastante anticlerical, y pienso que, en efecto, la religión puede ser usada como el opio del pueblo. Claro que hay muchos otros opiáceos: el dogmatismo marxista, por ejemplo, también ha adormecido y embrutecido a las masas. El problema, en realidad, es el fanatismo. Eso es lo que te lamina las neuronas.

Pero el que no crea en ninguna divinidad no implica que no sea capaz de escuchar el latido del misterio de la existencia. La vida es un enigma colosal, y los seres humanos, encerrados en la menudencia de nuestra individualidad, nos sentimos abrumados y hechizados por la enormidad de lo que nunca sabremos. Y esa enormidad es lo sagrado. O sea, una realidad que nos trasciende, que es muchísimo más grande que nuestra pequeña vida y nuestra pequeña muerte. No podemos soportar la idea de morir, siempre tan pronto, siempre tan insensatamente, e intentamos ir más allá de nuestro corto tiempo y de nuestra ignorancia.

De esa ansia de perdurar y entender nacen las religiones, pero también las obras de arte, las sinfonías, las novelas, la teoría de la relatividad, la física quántica, la fenomenología, la observación de los planetas en la helada y oscura inmensidad del cosmos. No creo que haya en los humanos un sentimiento más extendido, más básico y primario que el del impulso espiritual, que es esa necesidad de salir de nosotros mismos, de unirnos al resto de los humanos, de dar sentido de algún modo al sinsentido de la existencia, de vernos formar parte de un marco mayor que nos consuele de nuestra insoportable pequeñez. Ya digo, es un rasgo primordial en las personas, y muchos de los que aparentemente rechazan todo lo que tenga que ver con "lo espiritual" no se dan cuenta de hasta qué punto también están siendo movilizados por ese sentimiento. El marxismo, por ejemplo, es otra de las respuestas a esa necesidad humana de trascendencia; y cuando un izquierdista fervientemente materialista se conmueve viendo una manifestación de marxistas puño en alto, está experimentando una emoción religiosa, de religare, unir, al sentirse hermanado con los demás seres del planeta en un proyecto colosal, en el sueño de la construcción de un paraíso en la Tierra. Eso, por mucho que le fastidie la palabra, es una conmoción puramente espiritual.

Todos, creyentes o no, ricos o pobres, intelectuales o analfabetos, tenemos esa capacidad para sentirnos rozados por el ala oscura de lo sagrado. Es decir, por la turbación y el embeleso del misterio esencial. Los japoneses lo llaman satori, los psicoanalistas hablan de "momentos oceánicos". Puede suceder en un atardecer tranquilo y hermoso, o tal vez, como a mí me ha pasado alguna vez, contemplando los ojos aterradoramente humanos de un gorila. Sabes de lo que hablo: de ese instante en el que todo parece encajar y te sientes formar parte del mundo, del tiempo, del todo. Y la vida palpita dentro de ti, monumental y quieta. EL PAÍS SEMANAL

miércoles, 22 de abril de 2009

Artículo de Gonzalo Pontón: "La perplejidad de Darwin" + Humor gráfico (Forges)

Durante los próximos meses asistiremos a la publicación de varias ediciones conmemorativas de los 150 años de El origen de las especies, que se dio a las prensas cuando su autor, Charles Darwin, iba a cumplir 50. Es justo que sea así. De la carismática trinidad progre (Darwin, Marx, Freud), ninguno ha podido derrotar al tiempo como el primero.

Aunque quedan algunos detalles por ajustar que no afectan a su esencia, la teoría de la evolución ha sido verificada hasta la saciedad desde el registro fósil a la genómica comparativa, y hoy es un hecho científico tan indiscutible como la existencia de los átomos o la de los agujeros negros. Indiscutible, pero no indiscutido. Las Iglesias cristianas, judías y musulmanas no pueden aceptar la teoría de la evolución porque, según sus libros santos, un dios primordial omnipotente y omnisciente lo creó todo en seis días (o en seis mil millones de años, que en lo de la cronología los clérigos más espabilados se apuntan a la metáfora).

Acuciados por los descubrimientos científicos que han ido desmontando, pieza a pieza, la narración del Génesis y todos los mitos de creación existentes, ciertos fundamentalistas religiosos han propuesto, como explicación "científica" alternativa a la evolución, la existencia de un diseñador inteligente, en un remake de la vieja narración bíblica, pero sustituyendo al Anciano de los Días por, digamos, un Enric Satué o un Alberto Corazón todopoderosos.

La teoría de Darwin se asienta en cuatro pilares fundamentales: la evolución, el gradualismo (con las matizaciones de Stephen Jay Gould y Niles Eldredge), la especiación y la selección natural.



A estos cuatro pilares, el profesor Jerry A. Coyne, que acaba de publicar un libro titulado Why Evolution is True, añade un quinto que me parece irrefutable: "La imperfección es la marca de la evolución, no la del diseño consciente". En efecto, la evolución produce criaturas imperfectas, inacabadas. Los mecanismos evolutivos han dotado al kiwi de unas alas sin función; la mayoría de las ballenas conservan vestigios de pelvis y huesos de las patas como recuerdo de su pasado de cuadrúpedos terrestres; los humanos contamos con músculos para accionar una cola ya desaparecida, erizar plumas de las que no disponemos (la "carne de gallina") o mover cómicamente las orejas.

Por no hablar del famoso apéndice, muy útil para que nuestros abuelos primates pudieran hacer fermentar las hojas de los árboles y transformar su celulosa en azúcares. ¿Qué función desempeña en los humanos aparte de ponerles, a veces, en riesgo de muerte? Tal vez el diseñador inteligente haya sido un cirujano avispado. ¿Sabían ustedes lo del nervio laríngeo de los mamíferos?

Yo tampoco, pero el profesor Coyne lo explica de maravilla: el tal nervio interviene en la fonación, pero en vez de ir directamente del cerebro a la laringe, desciende hasta el pecho, gira alrededor de la aorta y regresa a la laringe en un recorrido tres veces mayor del necesario. Fascinante. Pues ese nervio hace lo mismo en las jirafas, bajando y subiendo por su cuello como un taxista sin GPS. Ninguna deidad que se precie sería tan despistada. Lo que sucede es que el nervio laríngeo procede de los arcos branquiales de nuestros antepasados, los peces, y allí sí cumplían una función.

El aparato reproductor de los humanos es una galería de chapuzas y un campo minado.
¿Por qué los testículos no se forman directamente fuera del cuerpo, donde la temperatura es adecuada para los espermatozoides? Se forman en el abdomen, y cuando el feto tiene unos siete meses emigran al escroto a través de los canales inguinales, debilitando las paredes abdominales con el riesgo de causar hernias, a veces mortales. La uretra está muy mal diseñada, porque pasa por medio de la próstata, y cuando ésta se inflama dificulta o impide la micción.

Las mujeres paren a través de la pelvis en un proceso doloroso e ineficaz, porque es demasiado estrecha (por necesidades de la locomoción bipedal) para un cráneo que ha debido ensancharse para acoger el crecimiento del cerebro. Desde luego, el diseñador inteligente no era una mujer. Y ya que estamos hablando de los bajos, si usted fuera diseñador, ¿habría colocado una planta procesadora de residuos junto a un parque de atracciones?

Pero además, Darwin ya previó algo extraño en la selección natural, y es que no siempre actúa en bien de la especie. A veces la evolución puede producir resultados útiles para un individuo, pero perjudiciales para la especie en su conjunto. He aquí un ejemplo fastuoso aportado por el genio de Forges (EL PAÍS, 22 de febrero): en el dibujo aparece un obispo o cardenal (¿Rouco? ¿Camino?) de gesto avinagrado que Darwin observa entre perplejo y azorado. ¿Por qué razón?



Porque ve, como Forges y como yo, que aquí la selección natural no ha jugado en favor de la especie.

Si la selección natural "apaga" los genes más perjudiciales y activa los más favorables, ¿por qué existen los eclesiásticos? Si a través de la evolución y de la cultura, el animal humano ha mejorado la calidad de su vida, ha ampliado el alcance de su inteligencia y ha conseguido dotarse de una consciencia ética que le impulsa a amar a sus semejantes, a respetar sus vidas y sus libertades, y que le reprocha íntimamente, insoportablemente, sus miserias y su capacidad para el mal, ¿cómo es que no se ha desembarazado de los clérigos?

¿Qué función evolutiva tienen esos oscuros intérpretes de unos dioses atávicos que envían a niños-bomba a matar y ser muertos?

¿Por qué sobreviven seres inmorales capaces de engañar a sabiendas a los más débiles y desvalidos de los humanos diciéndoles que los preservativos pueden aumentar el riesgo de contraer el sida?

Sólo desde Darwin puede explicarse la existencia de tales criaturas: deben de ser vestigios de nuestros antepasados los reptiles. EL PAÍS.



domingo, 12 de abril de 2009

Artículo de Nicolás Guerra Aguiar: "Condonear, preservatizar" + El Roto (humor gráfico)


El Diccionario de la Real Academia localiza el término condón en el apellido Condom de su inventor, un higienista inglés del siglo XVIII. Y remite a la voz "preservativo", española, cuyo segundo significado la explica como "funda elástica para evitar el posible contagio de enfermedades". Lo cual, así de repente, no coincide con las palabras del Papa, quien afirma que de evitar contagios como los del sida, nada de nada. Es más: puede hasta multiplicarlos.

En contra de tales alegatos (defendidos por la señora Quiroga, del PP en Euskadi) han surgido voces críticas: "son improcedentes", "una tremenda metedura de pata", "hay que destituirlo", "causan profunda indignación", "pierde su aureola de santidad y sabiduría", "insulto a la Ciencia"..


Pero no importa: como parece que entre la curia católica hay conocimiento del artilugio o artefacto (obviamente, desde el punto de vista científico), el señor obispo de Orleans concluye que, en efecto, "el condón no previene tal mortal virus; éste es infinitamente más pequeño que un espermatozoide". Y como lo proclama con absoluta contundencia, no voy a ser yo quien le lleve la contraria, pues concluyo que de condones y espermatozoides su eminencia "sabe", como dicen los alumnos, "la tira".


Pero lo que me anonada como profesor de Lengua y riguroso seguidor academicista para el correcto uso del idioma es el descubrimiento de que los señores académicos mienten, según Su Santidad, en esta definición del Diccionario. Y si ellos, los sabios entre los sabios, engañan y falsifican las realidades, ¿a quién le haré caso a partir de ahora en las cosas de los significados lingüísticos? ¿Quién me condoneará o preservará de tales calumnias? ¿Cómo plastificaré mi erecta razón para que el virus del sida lingüístico no infecte mi organismo intelectual con esos metafóricos espermatozoides que son las palabras?

Espermatozoides que, por otra parte, tampoco son tan pequeñitos, pues usamos seis sílabas, quince letras para componer su cuerpo, el cual consta de tres partes etimológicamente: espermatos, zoo y oides. Por eso, deduzco, la propia palabra castellana "preservativo" está formada por cinco sílabas, qué menos, pues si fuera más corta quizás las cabecitas de los bichitos se quedarían fuera, y entonces sí que podría sobrevenir la infección, la biológica, no la lingüística. ¡Ahí sí es sabio el castellano!

Y no es que uno desdeñe los anglicismos, lo juro. Pero en cosas de la lengua -como órgano para modular los sonidos- prefiero los términos castellanos por educación y cultura, más en este caso tan concreto. Por eso recuerdo lo que dice el refranero popular, "burro grande, ande o no ande". Es preferible, pues, el uso de la versión española del artilugio, preservativo (más grande) y no condón (de solo dos sílabas): este sí es peligroso, pues algún precoz espermatozoide (ya por su desarrollo, ya por testosterónico impulso) puede salirse de la funda o contenedor, Su Santidad dixit.

Aunque, la verdad, encuentro un fallo común al uso del condón y preservativo y es que, en plena enfervorizada actividad, usuario y receptor sospechen y confirmen -por deducción desde el mismo campo de acción- que en el interior hay un granito sólido, el cual fricciona con jodelona insistencia las delicadas paredes de los elementos protegidos y recibidores.

En estos casos la cosa se complica, pues hemos de reenvolver el plástico, y es posible que el espermatozoide, malsano y mataperro, aproveche la oportunidad para saltarse las prudentes normas de seguridad y se evacue a zonas de alto riesgo. Por eso es recomendable un martillito cerca del lugar de los hechos, del corpus delicti o zona de combate. Así, en caso de urgencia, podremos golpear al impertinente espermatozoide en cualquiera de sus tres partes corporales y, después, al martirizador granito pero, eso sí, con los ojos como cuartas por si acaso golpeamos en zona indebida y machacamos al propio depósito de los espermatozoides, confusión nada recomendable, lo juro.

De ahí que, contra el artilugio, dos soluciones: la que defiende un profesor de Fixioloxía Animal (Universidad de Santiago) que regala un punto a los alumnos asistentes al Seminario de hábiles reculadas o la más natural, la abstinencia, "privarse total o parcialmente de satisfacer los apetitos". Es decir, evitemos insanos, pecaminosos, infecciosos tactos, roces, contactos o vecindades físicas que puedan desembocar en lujuriosos apasionamientos, que la carne la espolvorea el Diablo. Hagamos y usemos engarces de piernas como cuando se aproxima la diarrea en plena calle, baños con bloques de hielo, planchas de acero por medio, amenazadoras guillotinas..

Podría, pues, deducirse que la Iglesia, la señora del PP y el profesor saben mucho de condones, tales son sus contundentes afirmaciones. LA PROVINCIA



martes, 3 de marzo de 2009

Iglesia de Santa Mónica (Rivas Vaciamadrid), arquitectura sacra de hoy


La iglesia parroquial de Santa Mónica, cuyo diseño nos evoca imágenes propias de la ciencia ficción, es la primera que se construye en la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid en los últimos 50 años, y es fruto del encargo que el obispado de Alcalá de Henares realizó a los renombrados arquitectos Ignacio Vicens y José Antonio Ramos, asociados desde el año 1984 en el Estudio de Arquitectura VICENS RAMOS.

Ambos arquitectos, con gran experiencia en la "arquitectura religiosa", presentaron hasta tres proyectos distintos. Finalmente, se decidió hacer el actual, totalmente revestido en paneles de acero cortén, y aprovechando al máximo el espacio disponible, una parcela cedida por la familia Corsini en la calle Libertad. La última revisión del proyecto se hizo en 1999 y la primera piedra del templo se puso el 28 de mayo de 2003.



Análisis arquitectónico de la obra:
http://aaaaarte.com/arq/2009/02/un-iglesia-casi-protestante

Galería de fotos de la obra: Gallo Quirico, una de las referencias fotográficas más destacadas en Flickr. Depositario de una técnica exquisita y una personalidad compositiva de gran elegancia, es una magnífica ocasión para visitar la excelencia de su trabajo artístico.


http://www.flickr.com/photos/pvicens/sets/72157609044343064/


jueves, 12 de febrero de 2009

Día de Charles Darwin


El "día de Darwin" se celebra cada año, y con ocasión este año 2009 del bicentenario de su nacimiento y el 150 aniversario de la publicación de su obra más importante, El origen de las especies (1859), se han anunciado actos, exposiciones y publicaciones por todo el mundo.

Charles Robert Darwin (12 de febrero de 1809 - 19 de abril de 1882). Fue un naturalista inglés que postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural. La evolución fue aceptada como un hecho por la comunidad científica y por buena parte del público en vida de Darwin, mientras que su teoría de la evolución mediante selección natural no fue considerada como la explicación primaria del proceso evolutivo hasta los años 1930, y actualmente constituye la base de la síntesis evolutiva moderna. Con sus modificaciones, los descubrimientos científicos de Darwin aún siguen siendo el acta fundacional de la biología como ciencia, puesto que constituyen una explicación lógica que unifica las observaciones sobre la diversidad de la vida.

Como reconocimiento a la excepcionalidad de su obra fue uno de los cinco personajes del siglo XIX no pertenecientes a la realeza del Reino Unido honrado con funerales de Estado, siendo sepultado en la Abadía de Westminster, próximo a John Herschel e Isaac Newton. WIKIPEDIA



Sin embargo, actualmente, en los inicios del siglo XXI, las teorías creacionistas, que abogan por la creación del hombre por Dios, encuentran “justificación” en muchos lugares de nuestro planeta e, incluso, se alienta su enseñanza en la escuela, en contraposición a las teorías darwinistas.

En la siguiente escena, perteneciente a la película Herencia del viento (Inherit the wind, 1960), de Stanley Kramer, el abogado Henry Drummond (Spencer Tracy), interroga a Matthew Harrison Brady (Fredric March), un abogado fundamentalista cristiano que acusa a un maestro de biología, en una pequeña localidad de Tennessee (USA), por enseñar la teoría de la evolución a sus alumnos. Grandes interpretaciones para una película inolvidable.





El orígen de las especies
(1859)
Charles Darwin - El Origen de Las Especies


Asimismo, conviene destacar que las ediciones electrónicas del periódico El Mundo y la revista Muy interesante han publicado sendas guías multimedia acerca de la vida y obra de Charles Darwin.

- El Mundo: www.elmundo.es/especiales/2009/02/ciencia/darwin/

- Muy interesante: www.muyinteresante.es/darwin/index.html


Guía temática de webs: Charles Darwin


A los 200 años del nacimiento de Charles Darwin, en febrero de 1809, y siglo y medio después de la publicación de su texto -Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida-, todavía hay quien mantiene la polémica en torno a la selección natural. Recientemente, según una encuesta, casi la mitad de los estadounidenses creen en la teoría creacionista del hombre por Dios hace apenas unos miles de años. Buen momento, por tanto, para refrescar conocimientos sobre el científico y su obra.

Podemos empezar, en español, por la Fundación Charles Darwin, que nos recuerda que también está de aniversario, el de sus 50 años dedicados a la conservación y preservación de las Galápagos, fundamentales en el desarrollo de la teoría de Darwin.
www.darwinfoundation.org/es

Como página imprescindible, ninguna como The Complete Work of Charles Darwin Online, que además de todas sus publicaciones incluye 20.000 documentos privados y un catálogo de centenares de trabajos suplementarios. En la red desde octubre de 2006, ha recibido 70 millones de visitas.
darwin-online.org.uk

Y si lo que queremos es leer El origen de las especies en español, está en la biblioteca Cervantes Virtual, donde pasa ya de las 100.000 consultas.
www.cervantesvirtual.com/Buscar.html?texto=El+origen+de+las+especies

También la Wikipedia se ocupa de La Evolución Biológica en un artículo que recuerda, además, la importancia de estudios anteriores, paralelos y posteriores.
es.wikipedia.org/wiki/Evolucion_biologica

"Las evoluciones del hombre" son la base del funcionamiento del sitio en francés Hominidés, que dedica un informe al aniversario. Encontramos más datos en español sobre esta "revolución científica" en la web de Evolutionibus. Y hay blogs inspirados en el tema como Evolucionarios.
www.hominides.com
www.evolutionibus.info
evolucionarios.blogalia.com

The TalkOrigins Archive analiza la controversia entre evolución y creación. Evolución y Ambiente pretende ir más allá de la teoría de Darwin con referencias a los últimos avances de la biología.
www.talkorigins.org
www.iieh.org/evolucion.php

Sobre diseño inteligente también Wikipedia ofrece un artículo con abundancia de referencias y enlaces. Y CreaciónWiki que exige, literalmente, que sus redactores "deben creer que el universo y la vida en la tierra fueron creados por God".
es.wikipedia.org/wiki/Dise%C3%B1o_inteligente
creationwiki.org/es

CIBERPAÍS (Carlos Álvarez)


domingo, 19 de octubre de 2008

Opinar por opinar: "A su Eminencia el cardenal Rouco Varela" (Paolo Flores D'Arcais)


El cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española, en sus palabras ante el Sínodo Mundial de los Obispos, ha vuelto a acusar al laicismo de querer hacer realidad "la dictadura del relativismo ético". El aspecto más grave de esta verdadera dictadura laicista sería, en palabras suyas, el "tratamiento legal dado al derecho a la vida, como si el Estado pudiera disponer ilimitadamente de él".

Evidentemente, a Su Eminencia se le escapa que sólo se puede hablar de dictadura cuando a los ciudadanos se les obliga a aceptar, contra su voluntad, las decisiones de un poder autoritario. Por ejemplo, si un Estado obligase a todas las mujeres, independientemente de su voluntad, a abortar siempre que ya tengan un hijo, sería (incluso si estuviera justificado por motivos gravísimos de explosión demográfica) un caso de dictadura, aunque el Estado en cuestión fuera democrático. Ahora bien, el famoso relativismo laicista no pretende jamás obligar a nadie. Al contrario, en los lugares en los que, hasta ahora, ha logrado prevalecer, ese relativismo -que es lo mismo que el carácter pluralista de una sociedad abierta- ha permitido que cada mujer escoja con libertad si quiere llevar a término su embarazo o no. Lo cual es todo lo contrario de una obligación impuesta y sancionada por el Estado.

El derecho del Estado "a disponer ilimitadamente de la vida" se hace realidad, en todo caso, en otras ocasiones: en la guerra, cuando hay un servicio militar obligatorio, en la pena de muerte o, peor aún, en la legalización de la tortura a los detenidos. Pero Su Eminencia Rouco Varela sabe a la perfección que la Iglesia católica no ha condenado hasta hace muy pocos años, y con una formulación ambigua, la pena de muerte (que estuvo en vigor en la Ciudad del Vaticano hasta 1969), y también sabe que la introducción del derecho a la objeción de conciencia para no hacer el servicio militar es, precisamente, una de las grandes batallas laicas en las que la Iglesia católica NO ha participado.

La amenaza totalitaria se hace realidad tan sólo cuando una institución pretende decidir en lugar del ciudadano cómo debe ser su vida. Porque, ¿quién puede disponer sobre la vida salvo quien la vive? Entre dos seres humanos, tú y yo, ¿qué aberración justifica que yo pueda decidir sobre tu vida? Y lo de menos es que ese yo que pretende decidir de forma totalitaria tu vida sea un individuo, sea el Estado o sea la Iglesia.

Confío en que Su Eminencia el cardenal Antonio María Rouco Varela no responda que el que dispone sobre mi vida, como de la vida de cualquiera, no es quien la vive sino Dios. Porque Dios no habla, sino que son siempre seres humanos los que hablan en su nombre (cosa que, aparte de todo, es una forma de delirio de omnipotencia).

En segundo lugar, porque Dios existe para unos pero no para otros, y todos son ciudadanos, por lo que Dios, en una democracia, no puede convertirse en argumento, ya que ello discriminaría manifiestamente a los no creyentes.

En tercer lugar, porque cada uno tiene su propio Dios, que impone distintos derechos y obligaciones (el dios judío otorga el derecho al divorcio, el dios cristiano ordena el matrimonio indisoluble, el dios islámico da derecho a tener cuatro esposas... Y, sobre asuntos como el aborto y la eutanasia, cada una de las iglesias tiene un punto de vista diferente).

Y, por último, porque la vida es un regalo, y un regalo se puede rechazar; si no, se llama condena.

En resumen, el derecho de cada uno a decidir sobre su propia vida (hasta la eutanasia) es un derecho primordial e inalienable que constituye la base de todos los demás.



Su Eminencia está a favor de "un diálogo sincero entre fe y razón" que "haga presente en la vida pública la verdad de Dios Creador y Redentor del hombre: del Dios que es amor". Pero esta verdad de fe no puede ser una verdad de razón, porque, de ser así, cada ateo sería un minus habens desde el punto de vista psíquico.

El diálogo sincero, por consiguiente, implica que la Iglesia del cardenal Antonio María Rouco Varela renuncie a forzar a quien no es creyente a aceptar decisiones sobre su vida, su nacimiento y su muerte, a través de la violencia que representa una imposición de Estado, que es lo que trata de hacer la Iglesia católica en España y en Italia, en Polonia y en Irlanda, y en cualquier lugar en el que se siente suficientemente fuerte.

Lo irónico es que se hable de "un Dios que es amor" para obligar a los condenados a muerte por una enfermedad terminal a sufrir horas, días, semanas e incluso meses una tortura a la que su libertad desearía poner fin. Es un amor verdaderamente extraño éste que se atribuye a Dios.

Si no fuera porque, al atribuir a Dios una crueldad semejante, demuestran ser los herederos -claramente no arrepentidos-, no de Francisco de Asís, sino del inquisidor Torquemada.

Paolo Flores d'Arcais, filósofo, periodista y editor italiano, es director de la revista MicroMega.El soberano y el disidente. EL PAÍS