

Ella retrata como pintaban los grandes maestros holandeses del siglo XVII. Con una diferencia: en cada obra de esta mujer se esconde una historia, un relato que habla de melancolía, desengaño o frustración.

Siempre hay mujeres en las fábulas de Ellen Kooi. En movimiento, en soledad. Es de las pocas fotógrafas que adoptan la naturaleza como el escenario donde se desarrolla la acción. A veces hace guiños o rinde homenajes sinceros a los artistas que más han influido en su trabajo, como Caspar David Friedrich. Por ejemplo, el retrato de la mujer vestida de rojo hundida en un mar de espigas remite a uno de los cuadros emblemáticos del arte contemporáneo, Christina’s world, del estadounidense Andrew Wyeth. “Inconscientemente siempre doy a mis fotos una dimensión de peligro. Algo que es y está puede perderse para siempre”.

Sus personajes provocan inquietud. Son los sueños de una mujer que puede conseguir que los niños broten de los árboles como si fueran cerezas, pero aunque se permita tales licencias, esta “equilibrista, funambulista del tiempo” detesta que a su trabajo se le añada la palabra surrealista, y mucho más la de realismo mágico. WIKIPEDIA - EL PAÍS SEMANAL.
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